Como nace nuestro Manantial

En el siglo pasado, mi bisabuelo Amadeo Rojas, cuando atravesaba los páramos de Chipaque, Cundinamarca, rumbo a su pueblo natal, Une, siempre impulsado por su espíritu aventurero quedó altamente impresionado por su belleza y esplendor. De cuando en cuando exploraba nuevas rutas.  Un día, junto a Moisés, su empleado y compañero de aventuras, se adentraron en un bosque encantador; pasadas varias horas, se perdieron en su profunda inmensidad hasta quedarse sin agua. Amadeo, preocupado, se preguntaba qué hacer, pero Moisés lo tranquilizó porque estaba convencido de que en medio de ese bosque encontrarían alguna fuente de agua.

Efectivamente, Moisés descubrió una peña, en donde y escarbando golpeando con su vara apareció el agua más pura y cristalina que jamás habían visto. Después de saciar su sed, siguieron el sendero que les marcó el agua y se reencontraron con el camino tradicional, llegando así a sus familias para contarles la fabulosa experiencia. Desde entonces, mi bisabuelo, obsesionado por éste bosque encantador, no descansó hasta que se hizo dueño de la finca que lo contenía y le puso el nombre de Guacamaya. 

Su respeto y admiración por la naturaleza y en especial por el bosque, fueron siempre inculcados a las siguientes generaciones y hoy en día, yo, su bisnieto, encargado de preservar esta maravilla de la naturaleza, decido compartir su fruto más preciado. Por eso desde ahora, después de un gran esfuerzo para lograr una extracción amigable con el medio ambiente y que este recurso natural y este bosque vivan para siempre, les presento el AGUA GUACAMAYA»

Federico Rojas Carrillo – Gerente Granja Guacamaya